jueves, 8 de junio de 2017

La garra de oso esculpida de Piedra Escrita, Cenicientos

Seguimos sacando valiosísima información gracias a nuestra historiadora predilecta, de la que pusimos hace tres días, en nuestra página, la conferencia que impartió la pasada semana sobre el verdadero uso que se dio a la conocida como Silla de Felipe II. Otro de los testimonios, de los tantos, que ha estudiado Alicia M. Canto, es la conocida como Piedra Escrita de Cenicientos, un antiguo relieve dedicado a la diosa Diana, con una escena esculpida en una gran piedra de unos cinco metros de altura. Pero ya describimos hace unos años dicha escena que, a modo de recordatorio diremos que, representa una imagen de la propia diosa y, en la parte inferior, a una pareja que realiza un sacrificio en honor a dicha divinidad, con lo que hoy volvemos a traer la Piedra Escrita para hablar de otro interesante testimonio digno de mención sobre la misma: la garra de oso esculpida en su parte trasera. En comparación con otras existentes, alguna de ellas también localizada por Alicia M. Canto en los alrededores, se llegó a tal conclusión, conociendo incluso el significado de estos grabados en piedra gracias a una fuente clásica latina, en concreto de Latinus Togatus, quien en el siglo III d. C. afirmó que toda garra de oso grabada en piedra indicaba que se estaba entrando en un bosque sagrado.
Por tanto, no sólo la escena de la diosa Diana, divinidad de los bosques, además de la caza y otras atribuciones, y la propia garra, nos indican claramente que nos encontramos en lo que fue un espacio sacralizado, como poco, desde tiempos de los romanos.

Garra de oso en Piedra Escrita - Foto: Alicia M. Canto - celtiberia.net

Fuente: pasionpormadrid.blogspot.com

El megalito también fue un hito divisorio, dado su emplazamiento justo en la frontera oriental entre las provincias hispanas de Lusitania y Tarraconense, y una señal que advertía de la presencia inmediata de bosques sagrados, como parecen indicar las garras de oso que hay labradas en la zona trasera de la roca.
Alicia M. Canto apoya este último dato en un texto de Latinus Togatus, redactado en el siglo III después de Cristo: "si en un hito divisorio o sobre una piedra natural se representara la garra de un oso, significa que comienza un bosque [sagrado]".
Se concluye así que en el entorno de Cenicientos hubo antiguamente un bosque sagrado y que éste estuvo encomendado a Diana, diosa virgen de la caza y protectora de la naturaleza.


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